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El hombre se ha definido a sí mismo como la especie «sapiens». La especie inteligente, sabia, capaz de reconocer la verdad, la bondad y la belleza de las cosas.  Sin embargo, el camino de la vida está repleto de encrucijadas, obstáculos y espejismos que nos embotan. El vértigo del día a día ahoga los mejores propósitos. La frustración alimenta la desesperanza. La falta de sentido, confunde, desorienta.​

 

Algunas personas aceptan la adversidad como una parte del paisaje. Cuando caen, se levantan y reemprenden la marcha, con heridas incluso. Son las personas sapientes, aquellas que deciden tomar las riendas de su libertad para aprender, crecer y cambiar.

Las personas sapientes han tomado las riendas de su itinerario vital para emprender un viaje sin retorno; un camino por rutas imposibles. Saben que lo importante no es tanto lo que sabes, sino lo que haces con lo que sabes. Por eso, aceptan la vida tal y como llega porque tienen una certeza: nada hay más atractivo, más estimulante que edificar la propia vida.

La vida es un viaje misterioso y fascinante en el que tropezamos con un montón de ideas que nos iluminan. Unas y otras se mezclan en el mar de la experiencia. De sus profundidades emergen otras ideas que dan paso a otras experiencias.

 

Cada año somos diferentes del año anterior. Cualquier episodio, hasta el más insignificante, nos cambia por dentro. Somos la suma de todas esas vivencias y actos conscientes.​

Andrea Bochelli

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